7/5/12

¿Por qué y para qué?

Viñeta de El Roto
Una docena de extrabajadores del Grupo Voz, despedidos o forzados a aceptar una "baja incentivada" (eufemismo para no mencionar la palabra despido) o una prejubilación, así como varios jubilados iniciamos hace escasas fechas una ronda de contactos.
A la vista de que los actuales gestores del periódico (que es la "teta" de la que mama el grupo de empresas) parecen dispuestos a arruinarlo en defensa de sus estatus personales, hemos decidido poner en común lo que sabemos y averigüemos para relatar cómo y quiénes están aprovechándose de la sociedad editora en beneficio propio.
Contar en voz alta lo que ocurre es una forma, quizá la única, de que todos despierten, desde el propietario hasta el último de los trabajadores del Grupo Voz.

(NOTA: Debemos puntualizar que NO somos un grupo organizado, sino una suma de voluntades en la que cada uno de sus integrantes colabora en la medida de lo que puede, sabe o desea a la publicación de este blog, y estamos abiertos a incorporaciones, sin que exista impedimento ni traba moral alguna para desvincularse).

De entrada y como condicionante que marca la mayoría de las decisiones empresariales, hay que tener
en cuenta que Santiago Rey Fernández-Latorre se confunde o lo confunden: La crisis obliga
a redimensionar, pero redimensionar no es sinónimo de destruir.
El deterioro de las empresas del Grupo Voz (Canal Voz, Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre, Gaesa, La Voz de Galicia, Radiovoz, Sondaxe, Voz Audiovisual, y V Televisión), sobre todo del periódico y la cadena de emisoras de radio, se inició hace varios años y es un fenómeno derivado de los errores
del empresario y, sobre todo, de los intereses personales de una minoría que para mayor inri no defiende los intereses de la compañía, ni mucho menos los puestos de trabajo.
Algunas de las manifestaciones más claras del creciente deterioro son:
--- En lo laboral, la drástica reducción de los emolumentos, la eliminación de pluses y la ausencia de criterios objetivos en la promoción interna y la infravaloración del trabajo, entre otros aspectos,
--- En lo profesional, destacan el desprecio por la calidad, la promoción por cooptación, una estructura organizativa autoritaria y la toma de decisiones vertical, incluso en asuntos informativos,
--- En lo comercial y financiero, se ha impuesto la táctica de avanzar a salto de mata para tapar agujeros,
--- En lo informativo, los rectores del grupo están embarcando a La Voz, Radiovoz y VTelevisión en compromisos políticos y económicos de valor exclusivamente táctico, entre los que destacan los de índole personal (ajenos al interés de la empresa), además de uniformar e imponer criterios de orden político para favorecer una opción partidaria concreta, manteniendo una actitud servil ante las instituciones públicas, las grandes corporaciones y los "compromisos" publicitarios que estas artillan.
Poco a poco, todo lo expuesto está provocando el rechazo entre cada vez más clientes reales y potenciales.
En manos de "el grupito"
Si en algún aspecto es lamentable lo que hace y deshace "el grupito" de directivos que controla el Grupo Voz, es en el campo informativo, pues el deterioro y la pérdida de credibilidad dinamitan el negocio fundamental del grupo: difundir información y opinión (en Radiovoz y VTelevisión también es sustancial el entretenimiento).
Voz Audiovisual es, a fecha de hoy, la única empresa que no ha sido contaminada (o solo levemente) por las tesis de "el grupito", gracias a lo cual es la más rentable en términos relativos.
Inicialmente de forma imperceptible, pero cada vez con mayor descaro, "el grupito" ha ido imponiendo rutinas que han conformado una organización que ejerce un estrecho control de cuanto se publica, a la vez que imparte instrucciones sobre el sentido de las informaciones u opiniones que se refieran a determinados hechos, personajes, entidades civiles, empresas, partidos, sindicatos e instituciones.
Además, "el grupito" veta la publicación de articulos de determinados periodistas y colaboradores, justificando la censura con argumentos de orden personal, político o "de oportunidad", mezclando todo con absurdas o inventadas maquinaciones o escudándose en que sus decisiones obedecen a "intereses de empresa" o al deseo del editor.
"El grupito" está capitaneado por Santiago Pérez y Luis Miguel Lois Blanco, que son los que poseen mayor poder de decisión; excluidos el presidente, naturalmente, y Areán Lalín.
El primero, Pérez, se ha especializado en sobrevalorar o infravalorar, según convenga, la realidad administrativo-financiera y técnica (ocultando, por ejemplo, la situación de la rotativa debido a la quiebra del fabricante), y el segundo, Blanco se dedica, ante todo, a controlar e instruir a los responsables de la redacción, para lo que cuenta con la servil colaboración del director, Xosé Luis Vilela.
En este campo y a modo de ejemplo, durante los últimos meses destaca el rosario de simplezas y medias verdades que La Voz, Radiovoz y VTelevisión difunden en torno a la fusión de las cajas y a la viabilidad de Novagalicia Banco; o las campañas que desde hace varios años desarrolla La Voz contra el presidente del Deportivo, o la que llevó a cabo contra el gobierno bipartito PSdeG-BNG y, desde hace unos meses, la que ejecuta para desprestigiar al alcalde de Vigo o ningunear al de Pontevedra.
¿Quién "manda" en La Voz?
Pero, ¿es el editor y presidente de la sociedad quién decide la línea editorial?
Él cree que sí. Sin embargo, no siempre es así, pues sólo conoce lo que le "sirven" y sólo le "sirven" lo que él quiere oír y lo que le interesa a "el grupito", tanto en asuntos contables y empresariales como en los de orden laboral y profesional.
"El grupito" que controla el periódico se ha formado y cohesionado a lo largo de los últimos seis/ocho años, abusando de que Santiago Rey es persona fácilmente manejable si se cultiva su ego y no es abrumado con problemas cotidianos. Y a eso se dedica "el grupito" en cuerpo y alma.
Hay un factor probado hasta la saciedad y que refleja cómo funciona La Voz: Prácticamente todos los periodistas, incluidos jefes de sección y delegados territoriales, carecen de independencia, poder o influencia real en la toma de decisiones informativas, máxime cuando la noticia o la opinión afecta a cuestiones, episodios o personas relevantes catalogados "de interés para la empresa"...
Del puñado de trabajadores de La Voz (¡porque los periodistas son asalariados aunque algunos pretendan ser otra cosa!) que gozan del amparo de Luis Miguel Lois Blanco, Santiago Pérez o de sus próximos es absurdo decir ni criticar nada, salvo subrayar que serán relegados cuando sea "necesario":
El servilismo solo es rentable para 1 de cada 1.000 trabajadores que lo practican.
En La Voz hay algunos asalariados que incluso "ríen" gracias que no la tienen, defienden a quienes abusan, justifican los despidos, ejercen de correveidiles y no les importa que en el periódico o a través de las emisoras se difundan medias verdades e incluso mentiras.
En el nombre del presidente
El presidente quiere que... Esto viene de arriba... Debemos publicar que... A la empresa le interesa que... Esas y otras frases similares son habituales en boca de los miembros de "el grupito", que recurre a esas y otras excusas para imponer el "ordeno, mando y hago saber".
El control de lo que difunden los medios es norma en todos, tanto en los de propiedad pública como en los privados. En los segundos es legítimo, del mismo modo que debería ser legítimo criticarlo en el seno de la empresa, pero cuando el control rompe los límites racionales e impide incluso el diálogo, imperan la censura sistemática, las manipulaciones, las medias verdades e incluso la mentira.
En La Voz de Galicia el afán por controlar todas las informaciones y opiniones, primero en materia económica y empresarial y luego en asuntos socio-políticos, empezó a ir más allá de lo justificable a partir del año 2001/2002, con Bieito Rubido al frente de la Redacción, que sin rodeos introdujo criterios políticos y comerciales a la hora de valorar la información y darle salida, o no.
Pero esos criterios, "inteligentes" y que incluían zonas de confort, fueron embrutecidos y endurecidos por el actual director, Vilela, y están alcanzado cotas casi indescriptibles (en algunos aspectos los procedimientos son patéticos) desde que Blanco fue nombrado director general del periódico y de la corporación.
Mandos intermedios: serviles o marginados
El papel que juegan los redactores-jefes y jefes de sección del rotativo es fundamental o irrelevante, no hay términos medios. Los redactores jefes en su mayoría y los jefes de sección en menor porcentaje, ejercen de "representantes de la autoridad", actitud que acostumbre a reportar premios, bien con dinero, con halagos y/o accediendo a ciertos "derechos".
A la vista de cómo son gestionadas las empresas del Grupo Voz, es lógico barajar la posibilidad de que el objetivo final sea vender una, varias o todas ellas y, entretanto, utilizarlas como fuente de beneficios y como trampolines personales y socio-políticos.
Santiago Rey, encerrado en la burbuja en la que se ha instalado y es mantenido, va camino de ser el enterrador de un periódico que fue (pasado) una referencia y que ahora es una empresa al servicio de intereses privados, un instrumento utilizado en pugnas político-partidistas, un medio servil con el poder, y el portavoz oficioso de la élite financiera y empresarial de Galicia, perjudicando en numerosas ocasiones al sector primario y a las pymes en general, especialmente al pequeño comercio.
Desaprovechados y precarizados, los asalariados del Grupo Voz invierten su fuerza de trabajo (cobrando cada vez menos) en empresas que de seguir desnortadas irán agonizando y al paso de unos años, fenecerán... O bien serán vendidas una a una o empaquetadas cuando la situación sea insostenible.
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BUZÓN DE CONTACTO: exvoceiro@gmail.com