La credibilidad de los periodistas está en la picota

El pasado 22 de febrero dejábamos constancia del progresivo descrédito que acusa la profesión de periodista, según la encuesta de Metroscopia realizada hace apenas tres semnaas; ver «Los ciudadanos consideran más fiable la radio que la prensa, que sigue perdiendo credibilidad».
Ahora es noticia el sondeo realizado por el público Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) durante el mes de febrero, que no sólo confirma la pésima valoración que merecen los periodistas en la proyección de Metroscopia, sino que además lo hace con mayor contundencia, pues frente a las 600 encuestas en las que estaban basadas las conclusiones de la empresa privada, los resultados del CIS tienen el respaldo de 2.472 entrevistas.
Según el barómetro mensual del organismo público, los periodistas y los jueces aparecen como las profesiones menos valoradas por los encuestados, tal como refleja la versión en PDF que ha difundido el CIS de su «Barómetro de febrero».
La pérdida de "valor social" que acusan los periodistas en el último barómetro del CIS no es flor de un  día, sino que confirma una tendencia negativa que se inició hace ya varios años, antes incluso de que se iniciará la actual recesión económica.
La crisis ha provocado una fuerte caída de la facturación por publicidad, lo que a su vez castiga las economías de las empresas editoras; pero las principales causas de la caída de las ventas de periódicos no se derivan de la crisis, ni de la consiguiente pérdida de capacidad adquisitiva de los consumidores.
El lento pero constante descenso del número de compradores de prensa tiene, básicamente, tres motores:
1. El envejecimiento de la población, con la inevitable pérdida "lectores tradicionales";
2. La lenta pero constante migración de lectores a Internet, y
3. La pérdida de credibilidad de los medios (en especial de los periódicos); responsabilidad esta que recae tanto en la empresas editoras (al supeditar la información a sus intereses políticos y/o económicos) como en los periodistas (por renunciar a ejercer de informadores, con todo lo que ello supone, pues cada vez son más los que centran su labor en ser meros escribidores: copy/past o, en el peor de los casos, ejercen de simples portavoces de datos precocinados o de versiones interesadas de los hechos).