Viñeta de Randall Munroe |
En paralelo y estrechamente relacionado con lo anterior, también nos consta que desde hace ya varios meses el propietario de La Voz de Galicia SA "está decidido" a relevar al director del periódico, Xosé Luís Vilela.
Sin embargo, el relevo se retrasa porque es mucho más complicado buscar sustituto a Vilela que prescindir de Méndez López y Fernández de Sousa-Faro, pues antes de "jubilar" al actual director es preciso seleccionar al sustituto y que este acepte la responsabilidad.
Además, ese relevo tiene un condicionante: Luis Miguel "Lois" Blanco Penas como segundo de la empresa, pues su presencia comporta un inconveniente añadido debido a que al "experiodista" se le ha permitido (u ordenado) ejercer también su autoridad en el ámbito informativo, prerrogativa que para colmo él ha ampliado hasta el extremo de que en la práctica se ha convertido en el director de redacción en la sombra.
Quien acepte el reto de sustituir a Vilela tendrá, por tanto, que pechar con la obligación de convivir con un director general intervencionista, que además se beneficia de que el presidente es propenso a inhibirse en asuntos que él considera "menores" y que, para colmo, cada vez con mayor asiduidad tiene reacciones seniles.
A Blanco le beneficia la "comodidad" de Vilela
Todo esto sin olvidar que para el director general es más cómodo que el director de redacción siga en su puesto, pues la debilidad y desprestigio del segundo aumentan la capacidad de maniobra y el poder del primero.
El hipotético sustituto del actual director se encontraría con una relación redacción-administración en la que los problemas y malentendidos son casi diarios, si bien no explotan porque cuando el conflicto sube de tono Vilela siempre opta por lavarse las manos. Motivo por el que Blanco y otros directivos de la empresa ven facilitada su propensión a mezclar churras con merinas, tal es el caso del escándalo y del "ridículo" provocado por la relación de interés que mantiene el director general del Grupo Voz con la empresa de su esposa, Guindeira Comunicación, y a través de esta con la minera de Corcoesto (Edgewater).
A esa y a otras perversiones (corregidas y aumentadas desde que Blanco accedió a la dirección general) se suman las cada vez más habituales incursiones del área administrativa en asuntos informativos con el objetivo de "engrasar" las relaciones con las empresas que insertan publicidad, o bien para facilitar las relaciones con el poder político (subvenciones, convenios, publicidad institucional), o incluso para que se inserten reportajes de tal o cual persona o empresa...
Ese tipo de "interferencias" van en aumento desde hace 8/10 años y se incrementaron exponencialmente tras el estallido de la crisis financiera, la consiguiente recesión y la caída de ingresos por ventas y publicidad.
En redacción ya lo tenemos comentado, lo de echar a los patronos mal vistos es relativamente fácil, pero cambiar de director es casi imposible. Además de que solo un valiente aceptaría el muerto que dejan Vilela y compañía.
ResponderEliminarTrabajo en La Voz y me cuesta imaginar a Blanco cediendo poder en la redacción a un director con criterios informativos. Estoy de acuerdo con lo que decís, a Blanco le interesa que siga Vilela.
ResponderEliminarCambiar a Vilela solo será posible si el editor recupera la razón y deja de fiarse de los Blanco, Santirso, Velázquez y demás.
EliminarTambién pueden sustituir a Vilela por otro Vilela para hacernos creer que algo cambia y así nos tienen engañados otros dos o tres años mientras Blanco y los demás siguen cobrando lo que cobran.
EliminarSi solo cambia el director, no cambiará nada. Vilela no es el problema, pero ayuda a que todo siga cuesta abajo porque tampoco hace ni hará nada para impedir que los administradores de la empresa sigan condicionando la información.
ResponderEliminarClaro que Vilela es el problema. Ya estaba haciendo artimañas y traiciones en La Voz cuando Lois devoraba chupa-chups y a Santi Pérez ni se le conocía. Vilela ha impuesto un estilo de actuar deleznable en el que prima el rencor, los complejos, el conmigo o contra mí y el quito rápidamente a quien piense y me pueda hacer sombra. Es el auténtico cáncer de la casa que, al igual que los tumores, actúa en silencio. El presidente está ciego con este hombre sin amigos y que ha traicionado a todo su entorno.
EliminarQuería decir que no es el problema fundamental. Coincido en la descripción que haces del personaje, pero su autoridad profesional ante el editor es parecida a la que tiene entre la mayoría de periodistas que trabajamos en La Voz: muy poca o ninguna.
EliminarSu poder está en que es el director y en su habilidad para dar vueltas, en esto estoy totalmente de acuerdo, pero creo que a estas alturas solo persigue una cosa: mantenerse en el cargo durante todo el tiempo que pueda, todo lo demás le da igual.
Por el contenido de los comentarios anteriores, intuyo que todos los autores están trabajando en la Voz, así que podrían contestar una pregunta: ¿qué hacen los periodistas para parar los pies a esos directivos y mejorar la información? Ignacio J. M. Coruña
ResponderEliminarNada de nada... Todos los periodistas que actualmente ocupan las mesas de la redacción central (espacio por el que se mueve el ex-corrector Vilela) no hacen ni tienen intención de hacer nada. ¿Por qué? Sencillamente, porque lo único que les importa es mantener el "curro" y dejar que transcurran los años, la buena y veraz información no les importa. La carrera de Periodismo perdió mucho prestigio, y ellos saben que lejos de su Voz no tienen cabida. Si quisieran "cargarse" a Vilela o a Lois lo harían, pero tendrían que dar la cara. ¿Crees que lo harán? Yo, como los conozco MUY bien, te diré que NO?
Eliminar