Es una historia enrevesada donde las haya en la que a estas alturas es imposible precisar quien o quienes la desencadenaron y, lo que es más chusco, es imposible atisbar qué beneficios o rendimientos reporta a la empresa editora del periódico.
¡Ya calvo y juega como un niño! |
La historia de esos y otros cíclicos desencuentros constituyen un despropósito mayúsculo, pues una de las partes enfrentada utiliza el club de fútbol y la otra usa La Voz para arremeter contra el Dépor por motivos que en la mayoría de las ocasiones son contraproducentes para el propio periódico.
Actualmente, hay tres aspectos, entre otros de menor calado, que contribuyen a que las espadas sigan en alto:
1. La lamentable desmemoria o memoria interesada de unos y de otros, aderezada con el forofismo de un sector del deportivismo y con la mala praxis profesional del director y del responsable de la sección de Deportes de La Voz (estos dos periodistas tienen un singular sentido de lealtad a la empresa que les paga, pues, resumiendo, consideran adecuado seguir haciendo lo que siempre se ha hecho aunque esté demostrado hasta la saciedad que es un error que desacredita a La Voz y que causa daño económico).
¿Es justificable informativa y empresarialmente que si el propietario de La Voz mantiene una liorta personal con alguien, sea quien sea, utilice "su" periódico para guerrear?, ¿es profesionalmente justificable que el director y el jefe de Deportes de La Voz, en lugar de templar gaitas y corregir el dislate, contribuyan a agravarlo para ganarse las palmaditas en la espalda del empresario?
2. El empecinamiento de los dos enfrentados (los presidentes de la empresa editora y del club de fútbol),
3. Más la hábil estrategia de Lendoiro para mantenerse al frente del club, que en parte consiste en tener y cultivar "enemigos" a los que culpar de todos los males del Dépor o al menos de parte de ellos, lo que sirve para cohesionar a los forofos y a gran parte de la afición deportivista.
Hubo un intento real de pasar página y racionalizar las relaciones. La tentativa la puso en marcha el entoces director de La Voz, José Luis Gómez, con el visto bueno del también entonces editor, Emilio Rey.
Esa iniciativa tuvo continuidad con el siguiente director, Bieito Rubido, que incluso organizó la publicación de reportajes propagandísticos en apoyo de la campaña de captación de socios del club, para lo que cabe suponer que contó con el apoyo de Santiago Rey Fernández-Latorre, que había retomado las riendas de la empresa.
Sin embargo, de la noche a la mañana y por motivos de los que existen mil versiones (todas interesadas o insuficientes), periódico y club reiniciaron la que muy probablemente es la pugna más absurda de la reciente historia social y empresarial de A Coruña.