Publicado hoy en La Voz, 12 de junio de 2013 |
El actual contencioso, que en números redondos afecta a un millón de ciudadanos españoles, no se debe a que las participaciones preferentes (PPR) constituyan un timo per se.
Es más, desde hace ya varios decenios las PPR, emitidas tanto por bancos como por empresas de otros sectores (en especial de la industria), constituyen uno de los productos financieros que más alegrías y más elevadas rentabilidades han proporcionado a quienes las han adquirido.
Lo deleznable y dramático de las PPR que ahora son motivo de conflicto no son ellas, sino quiénes, cómo y cuándo fueron vendidas y a quiénes se las colocaron.
De entrada, los periodistas deben (o deberían) echar la vista atrás sin miedo, sin prejuicios y sin servir a intereses privados. Porque cuando las cosas se cuentan con sencillez, sin dobleces, todos los lectores, radioyentes y televidentes las entienden sin problemas.
El abuso tiene raíces
Tras el reventón de los créditos basura (subprime) en Estados Unidos, ¡en otoño del 2007!, y su distribución por medio mundo, y sobre todo tras haber sido comprobado en los primeros meses del año siguiente que un elevado porcentaje de los activos de cajas y bancos españoles eran pura filfa por causa de los sobreprecios y de la consiguiente burbuja inmobiliaria, todos los altos ejecutivos de bancos y cajas sabían perfectamente, ¡sin excepción! (quienes digan lo contrario mienten), que las PPR de determinadas entidades corrían grave riesgo de sufrir una fuerte depreciación y, a su vez, todos los altos ejecutivos sabían también que las PPR que emitiesen esas entidades a partir de entonces eran poco más que humo.
A partir de la primavera del 2008, todos los altos ejecutivos de bancos y cajas (insistimos: ¡quienes digan lo contrario mienten!) sabían que una vez estallada la crisis financiera y bancaria solo comprarían PPR los ingenuos que consideraban imposible el estallido de la burbuja, los que estaban interesados en mantener viva la creencia de que la burbuja jamás reventaría (esos licenciados y "listos" a los que alude Sofía Vázquez en el último párrafo de su articulito), más los ahorradores a los que lograran "embarcar" para rapiñar dinero líquido como fuera...
Tiene "razón" Sofía Vázquez cuando dice que Galicia (exactamente, el Gobierno autonómico en comandita con NCG Banco) lideró la iniciativa de los arbitrajes, campaña que por su osadía y carencia de escrúpulos fue singular en España.
En Galicia, pues, se vive el colmo del absurdo: El Gobierno autonómico y varios medios, con La Voz al frente, han vendido y siguen vendiendo la estupidez de que la solución más ventajosa para los poseedores de PPR es que pierdan dinero en beneficio de quienes les tomaron el pelo (básicamente las cajas, ahora NCG Banco).
Sin embargo, objetivamente, esa solución solo es racional si el poseedor de PPR necesita dinero con urgencia.
Lo racional es denunciar el incumplimiento de contrato o el engaño por la vía penal.
Para más inri, las dos cajas, Caixa Galicia y Caixanova, habían sido fusionadas para ganar tiempo, tapar mil y un chanchullos y ocultar la ruina de ambas.
Las preferentes han dado muchas alegrías
Hasta 2008-2009, los compradores de PPR (inversores que por lo general eran personas adineradas) obtuvieron sabrosos beneficios, con rendimientos que estaban 2, 3 y a veces hasta 4 puntos por encima de la media.
Se trata de un producto financiero que se suscribe a largo plazo, con características similares (solo similares) a las de las acciones y solo comercializables en el mercado secundario... Insistimos: ¡En el pasado las PPR dieron muchas alegrías a sus poseedores! Y en el futuro, cuando la actividad económica se normalice, volverán a dar alegrías.
La autora del texto que adjuntamos simplifica tanto y tanto el asunto que da la risa.
Solo hay tres explicaciones para que una empresa editora publique tantas simplezas referidas a las PPR:
1. En La Voz de Galicia nadie tiene puñetera idea de lo que son las preferentes; lo cual sabemos que no es cierto, pues hay periodistas capaces (aunque marginados y/o acoquinados),
2. El artículo, en línea con otros publicados con anterioridad, forma parte de un plan de desinformación e "idiotización" cuyos objetivos son evidentes, incluidos los político-partidarios..., o
3. La autora se empeña en convencer a los lectores de no sabemos qué y el director del periódico es incapaz de poner coto al despropósito.
Han satanizado un producto que tiene bondades
Las PPR no son deleznables. Es un producto adecuado para inversores adinerados o modestos que no precisen reconvertir los títulos en dinero a corto ni medio plazo y, además, en numerosas ocasiones han capitalizado empresas y propiciado inversiones en economía productiva.
Lo perverso y lo deleznable es que las cajas recurrieran a las PPR para recapitalizarse a fin de contrarrestar la pérdida y/o la desvalorización de sus activos, y que lo hicieran a costa de confundir o engañar a pequeños ahorradores.
Tanto o más perverso es que los medios difundan medias verdades, mentiras e ingenuidades como la de marras (sin descartar, naturalmente, que el o la periodista actúe de buena fe).
Las PPR no son malas, incluso pueden ser buenas y muy buenas; en todo caso, los "malos" son quienes las han colocado engañando o confundiendo a los clientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario