Cada vez más medios establecen criterios e incluso normas
de obligado cumplimiento para regular el tuiteo de los periodistas
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Redactar mensajes cortos requiere pericia y prudencia, pues de todo queda rastro en la tuiteca |
Los cálculos más fiables estiman que Twitter ya suma 510 millones de usuarios (dato correspondiente a enero de este año) y la cifra va en aumento.
Por si fuera poco, según el último estudio del que tenemos referencia (efectuado durante el pasado mes de mayo), siete de cada diez periodistas españoles en activo son usuarios de Twitter y, esto es sustancial, cada vez son más los profesionales que utilizan ingenios y conexiones a la Red proporcionados por las empresas para las que trabajan; es decir, Twitter ya es un recurso y herramienta habitual.
Es indiscutible, pues, que Twitter es un elemento profesional y empresarial obligado para todos los medios, sean impresos, audiovisuales o electrónicos, motivo por el que es perfectamente lógico e inevitable que las empresas (incluso aquellas que todavía no proporcionan el aparato ni el abono a la Red) estén interesadas en controlar cómo, qué y con quiénes tuitean sus empleados.
Cada vez son más las firmas propietarias de medios que instruyen a sus periodistas en criterios para el uso de Twitter y hay empresas (pocas todavía) que han implementado normas de obligado cumplimiento, tanto para emitir mensajes como para utilizar Twitter como fuente.
El acreditado Reynolds Journalism Institute ha redactado una Guía de buenas prácticas de Twitter, que es una de las más utilizadas como referente o punto de partida por los medios estadounidenses a la hora de establecer criterios e imponer normas de uso.
La guía del RJI ha sido elaborada a partir de entrevistas, varios estudios de campo y con las aportaciones de un equipo de especialistas, y las conclusiones se resumen en siete puntos:
1. Llegado el caso y siempre que el medio lo considere conveniente, a través de Twitter el periodista debe ofrecer información fácilmente comprensible e inteligente (a poder ser, con imágenes y/o vídeos), adelantando la síntesis de la que ofrecerá el periódico, la emisora o la página web; no obstante, esto debe ser evaluado cuidadosa y previamente por los responsables del medio.
2. El periodista no debería limitarse a promocionar los contenidos que su medio estime conveniente, sino que conviene fomentar los intercambios (la conversación), respondiendo a consultas de los usuarios y recabando información y opiniones.
3. Si se utilizan los hashtags (lemas), deben ser lo más breves que sea posible y a poder ser, fáciles de identificar y de relacionar con el medio.
4. El periodista debe evitar el tuiteo banal de todo tipo de mensajes, sino ceñirse a los hechos y cuestiones más relevantes, sin caer nunca en las de índole personal y evitando las valoraciones.
5. El periodista debe expresarse con el mismo grado de calidad que en el medio para el que trabaja, evitando el lenguaje coloquial y las expresiones vulgares y soeces.
6. Previa valoración y autorización del medio, es aconsejable que el profesional comparta informaciones y genere relaciones de ida y vuelta.
7. Si el medio lo considera oportuno, es muy conveniente que el periodista lance informaciones en directo, desde el lugar de los hechos, pues en teoría y si el profesional trabaja con acierto, esos mensajes concitarán el interés del receptor y adquirirá o accederá posteriormente al medio para conocer la información completa y detallada.
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