13/10/12

Los instintos de "el grupito" afloran en el juicio por el despido de una trabajadora de La Voz

Mentir = violencia verbal
Desde hacía ya casi dos meses ExVoz permanecía en silencio. Teníamos prácticamente decidido dejar congelado el blog y a primeros del 2013, clausurarlo (hay "actitudes sociales" que invitan a dedicarse al cultivo del champiñón...) 
Pero hemos cambiado de opinión y seguiremos.
¿Por qué?
El cambio se debe a lo que hemos visto y oído durante la vista oral del juicio abierto por el despido y el acoso laboral que denunció Isolina Soli Patricio, secretaria de dirección del periódico durante 27 años.
Ese juicio no sólo ha confirmado que las decisiones de "el grupito" que controla La Voz carecen de racionalidad, sino que además sus miembros han demostrado carecer de escrúpulos.
Nos limitaremos a aconsejar a los lectores de ExVoz que lean la crónica de la vista oral que ha publicado Galicia Confidencial (GC): "Os problemas laborais e de xestión de La Voz".
Y añadimos dos comentarios insertadas bajo la crónica de GC, uno muy breve suscrito por Mercedes G. H. (exempleada del Grupo Voz) y otro texto, más extenso y con sustancia, que firma Antonio, persona conocedora de las interioridades de La Voz por razones personales que no vienen al caso, que asistió a la vista oral del juicio:
«¿Y los trabajadores de la Voz? En una procesión de caladiños...», se ha limitado a comentar Mercedes G.H., que no es poco...
Frase a la que Antonio ha añadido lo siguiente:
«1. Pues efectivamente, da la impresión que la gran mayoría van en una procesión de caladiños. A decir de cuatro de las cinco personas que testificaron en el juicio (dos trabajadores de La Voz, una que causó baja voluntaria y otro que fue invitado a "desvincularse"), manifestaron que era "vox populi" dentro de la redacción el cambio de actitud de Isolina en los 4 últimos años era MANIFIESTAMENTE RECONOCIBLE.
El quinto testigo, dejó claro cuáles eran las labores de una secretaria de dirección en los años que él fue director. En ningún caso entre sus múltiples funciones estaban las de servir de camarera y atender la centralita del periódico.
2. Al acoso que la sometió La Voz, única responsable del mismo, hay que sumar la ayuda inestimable de sus compañeras en la secretaría de dirección. Esto último no lo digo yo, lo dicen distintos documentos presentados como prueba en el juicio. A estas dos ex compañeras y otros más, cabe decir eso de "arrieros somos y en el camino nos encontraremos..."
La intervención del director de La Voz, Sr. Vilela, no rozó la prevaricación, la sobrepasó con creces, al firmar un documento y afirmar ante la juez, que Isolina solicitó el horario de mañana para atender a su marido enfermo. El Sr. Vilela en esas fechas aun no era director y ese horario fue impuesto por la dirección anterior y, para más inri, el marido de la secretaria aun no había enfermado. Hubiese sido más fácil, en vez de mentir, que le preguntase a su antiguo subdirector de Organización.
3. Siendo importante la falsedad del Sr. Villela en el punto anterior, aún lo es más que se prestara a utilizar la muerte del marido de la secretaria para defender los intereses de La Voz. Mayor bajeza no cabe. Permítame el Sr. Vilela, y esto se lo digo yo, nunca lo dirá su ex secretaria, la preocupación que esta tenía cuando Vd. sufrió el infarto en Santander. Está claro que los sentimientos no son recíprocos y los valores humanos tampoco.
4. Por otro lado, llama la atención que la directora de recursos humanos, María Velázquez, después de jurar ante el tribunal que diría la verdad, afirmó que los trabajadores de La Voz tienen acceso al correo electrónico del periódico desde sus casas. Sólo la ignorancia o mala fe, pueden provocar este comentario ya que está prohibido por las normas del periódico. Solo en casos excepcionales cuando el director lo pide, se concede un permiso especial para acceder a la cuenta del periódico. Solo los directivos y excepcionalmente algún periodista gozan de este privilegio.
5. Por otro lado, su otra gran mentira fue manifestar que en La Voz si observan o tienen constancia de algún tipo de acoso hacia un empleado, actuarían de inmediato. Obviamente, su ceguera es manifiesta. El pool de secretarias, quedó claro que no existe, a no ser en la mente calenturienta de los directivos presentes en el juicio.
Sorprenden sus contradicciones a la hora de enumerar sus componentes; para unos el pool lo componen 4 y para otros 8 secretarias, y ni siquiera pudieron concretar su fecha de creación. La realidad, es que ese pool no es ni más ni menos que una secretaria baja de presidencia para hacer las labores de la secretaria despedida. A la que baja de presidencia le deseo mejor suerte con sus compañeras.
6. No tiene desperdicio alguna el interrogatorio al que fue sometido el médico por parte de la abogada de la empresa, pues a toda costa intentó cambiar el dictamen del profesional, cosa que no consiguió. Aquí también queda clara la ceguera de La Voz, pues machaconamente intentó dejar a la secretaria como una persona "trastornada" a causa de la muerte de su marido. A estos lumbreras, no les vino la luz hasta pasados diez años del fallecimiento».
¿Se hará justicia?
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NOTA: De las diecisiete personas que llegaron a colaborar con la publicación de este blog, sólo tres seguíamos en contacto de forma estable y, tal como hemos apuntado, teníamos la intención de poner fin al blog. 
Sin embargo, tras leer la crónica de Galicia Confidencial y haber recibido información verbal de lo ocurrido en el juzgado, seis extrabajadores y dos que siguen en plantilla que habían colaborado con ExVoz han remitido correos para comprometerse con el reinicio de actividades del blog; y otros cinco trabajadores se han dirigido a ExVoz para solicitar que el blog vuelva a publicar textos «porque nos interesa que el grupito sepa que cada vez hay más gallegos enterados de lo que están haciendo y de como manipulan las cosas», dice uno de ellos.
Los miembros de ExVoz queremos subrayar el ejemplar compromiso y la coherencia ética del presidente y del vicepresidente del comité de los trabajadores de La Voz: Xurxo Guitián y Juan Oliver, ambos de la CIG, que prestaron testimonio en la vista oral a petición de la denunciante.