Hace unos días, Galicia Confidencial se hizo eco de un interesante tuit de Suso Bermello que, sin necesidad de opinar ni hacer juicios de valor, refleja con extraordinaria fidelidad el uso de la hipocresía como criterio informativo por parte de "el grupito" que controla La Voz de Galicia SA (la ilustración que acompaña este texto corresponde a ese tuit).
Todo indica que, una vez celebradas las elecciones autonómicas del pasado 21 de octubre, los cerebros grises (muy grises) de La Voz intentan reparar la pérdida de credibilidad provocada por el trato de favor que el periódico otorgó al PP en la información y las opiniones difundidas durante la precampaña y la campaña electoral del 21-O.
La viñeta de marras en su versión original incluía sendas alusiones al españolismo de Núñez Feijoo (en la viñeta original, la de arriba, insertada en la edición digital: los calzones con la bandera de España) y a las sentencias del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) que califican de contrarios a Derecho varios contenidos del decreto mediante el que el Gobierno del PP ha modificado la Lei de Normalización Lingüística (en la viñeta original: las siglas TSXG en las puñetas de la toga del magistrado que empuña un revólver como alegoría de las sentencias).
Tan legítimo y legal es que La Voz intente disimular sus preferencias partidistas y económicas, como que nosotros denunciemos públicamente la manipulación y la censura.
De un tiempo acá, La Voz aplica sistemáticamente el doble juego informativo para diluir que siempre procura contentar a quienes inyectan dinero en la empresa, aportaciones que en el caso de la Administración siempre dependen del partido que ostenta el poder político, que en la Xunta de Galicia casi siempre es el PP.
La racanería del bipartito molestaba a Santiago Rey
Cuando gobernó el bipartito (PSdeG-BNG) el propietario de La Voz y sus servidores hicieron de tripas corazón y se esforzaron por amigar con el PSdeG y el BNG. Pero estos dos partidos fueron moderadamente generosos a la hora de responder a las peticiones de ayudas o subvenciones que formulaba la cúpula de La Voz, pues el bipartito quería justificar adecuadamente ese tipo de gastos, motivo por el que los gestores de La Voz añoraban los tiempos del PP.
Esa añoranza, unida a la caída de las ventas y de la publicidad que ya entonces acusaba el periódico, explican en gran medida que cuando el entonces presidente de la Xunta, Pérez Touriño (PSdeG), decidió adelantar los comicios autonómicos (febrero de 2009) La Voz se empleara a fondo para favorecer el triunfo de la candidatura de Núñez Feijoo, pues el PP siempre es más dadivoso en sus relaciones con la prensa y en Galicia, especialmente con La Voz.
Ahora, una vez cumplidos los deseos y compromisos de La Voz, que ha apoyado con notable pericia y efectividad al PP para que renovara la mayoría en el Parlamento gallego, La Voz acomete la obligada tarea comercial de marcar distancias formales con el PP a fin de no molestar excesivamente a los compradores del periódico que han votado o simpatizan con las opciones nacionalistas y de izquierda.
El acto de censura que ha captado y difundido el tuitero Suso Bermello refleja con fidelidad lo esencial de los criterios informativos que en asuntos políticos aplica "el grupito" que dirige La Voz.